¿Qué es el Turismo Industrial?

El turismo industrial es una modalidad de turismo cultural que, en los últimos tiempos, está en auge. Ya sea en su vertiente patrimonial o histórica (visitando antiguas fábricas, minas, molinos y otras instalaciones que han cesado su actividad productiva y que han sido puestas en valor turístico-cultural) o de industria viva (visitando empresas actualmente en activo), el turismo industrial nos permite conocer la realidad de un territorio, su historia y actividad económica; comprender su desarrollo urbanístico e interpretar el paisaje. En definitiva, saber de qué han vivido, y viven, los habitantes del destino visitado.
Tras un concepto que suena a oxímoron, ya que “turismo” e “industrial” parecen incompatibles, podemos descubrir todo un mar de sensaciones que van a perdurar en nuestro recuerdo para siempre. Al interés intelectual y científico que se adivina en la visita una antigua fábrica, donde se aprecian los avances tecnológicos y productivos de antaño en relación a la actualidad; se añade la emotividad del factor humano, al ponernos en la piel de aquella clase obrera que –hace tan solo un par de generaciones- trabajaba y vivía en penosas condiciones laborales y de derechos sociales. Y qué mayor experiencia e inmersión en el destino al que viajamos, que compartir el espacio de trabajo de un lugareño, ya sea en una fábrica donde se elaboran objetos que utilizamos en nuestro día a día, ya sea en un taller artesano donde nos maravillamos con un saber hacer heredado de generación en generación. Que nos permite comprender el porqué de una determinada tradición o producto, íntimamente ligados a un lugar.
Tras un concepto que suena a oxímoron, ya que “turismo” e “industrial” parecen incompatibles, podemos descubrir todo un mar de sensaciones que van a perdurar en nuestro recuerdo para siempre. Al interés intelectual y científico que se adivina en la visita una antigua fábrica, donde se aprecian los avances tecnológicos y productivos de antaño en relación a la actualidad; se añade la emotividad del factor humano, al ponernos en la piel de aquella clase obrera que –hace tan solo un par de generaciones- trabajaba y vivía en penosas condiciones laborales y de derechos sociales. Y qué mayor experiencia e inmersión en el destino al que viajamos, que compartir el espacio de trabajo de un lugareño, ya sea en una fábrica donde se elaboran objetos que utilizamos en nuestro día a día, ya sea en un taller artesano donde nos maravillamos con un saber hacer heredado de generación en generación. Que nos permite comprender el porqué de una determinada tradición o producto, íntimamente ligados a un lugar.
¡Es la esencia del turismo!